domingo, 11 de enero de 2009

El Rebote


Como viene siendo costumbre las noches de luna llena la gente, la turba, el vulgo ponderado, pierde la cabeza.
Yo, en cambio, me mantengo intacta dentro de los márgenes del raciocinio y consigo esquivar sus embates de locura aunque, a veces, me den de lleno.
Este fin de semana han sido para bien.

Para los que me conozcáis y los que no, se me puede definir como el prototipo de la eterna soltera. Sí, la amiga constante a las que las otras amigas pueden llamar cuando sus novios les han puesto los cuernos o cuando ellas se los han puesto a sus novios y viceversa. O simplemente, la amiga a la que se llama para llorar por teléfono en los momentos de crisis. El paño de lágrimas que hace mucho tiempo dejó de perder la calma porque alguien no la quisiera.

Muchos convendréis en que esta acción constante se merece un puesto en el santoral católico. También lo creo. Pero no es necesario esperar a mi muerte para recibir semejante honor. La luna llena y la histeria colectiva aceleran el proceso. Es por ello, que mis amigas me invitan a comer supliendo el hueco del amado o me hacen beneficiaria del viaje romántico que habían planeado con el susodicho y todo a portes pagados. Como soy la que escucha y la que está disponible, lo que no quieren los otros me lo dan a mí.
Porque el amor caduca, pero el dinero no te lo devuelven.

viernes, 9 de enero de 2009

Mis últimos proyectos





Cuando ya ha acabado un periodo y empieza otro, como el buen año, lo mejor que te puede pasar es que caiga una fulminante cortina de nieve para quedarte en casa. Guardarse a uno mismo como un tesoro. Es la única manera que tiene el tedio de hacerte escribir y de regalo...engordar. "Pues parece que se te ha puesto la cara más redonda." Estoy esperando el feliz momento en que venga alguien y lo diga. Y responderé orgullosa: Sí, he acabado un infantil y ahora sólo me queda venderlo... (como si eso fuera poco). Para aquellos que sigáis este blog deciros que he hecho mi primera incursión en la dramaturgia, es decir, que tengo un infantil escrito y montado para cualquier necesidad y soy parte integrante de un espectáculo de improvisación de a tres, todas las semanas en distintas salas o bares de Madrid.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

De vuelta a casa

Hoy tenía que encontrarte y no estuviste.
Suplí tu falta con la danza, el trabajo, una amiga y la suspicacia. En el trabajo, los ojos de un hombre no soltero soslayan mi perfil, pero le falta valor para mirar de frente; los ojos de otro soltero sí se enfrentan a los míos, pero le tiembla el color detrás de los párpados. Y lo noto. Lo noto tanto que lo desprecio con la mayor de las sonrisas y la educación.
De vuelta a casa, en el vagón del tren, un poeta canta por la burla de 20 peniques un poema que tarareo, porque me sé la letra. Nadie más le ofrece dinero y al acercarse para agradecerme el donativo (en el último metro de la noche donde todos duermen el sueño de llegar a casa lo más rápido posible) me lo explica: “Muy poca gente me entiende, la mayoría son extranjeros.” Y entona la última sílaba, del último arpegio, de la primera letra que recitará en el vagón siguiente. Sonreí, “ ya somos dos, y entre todos nos hemos reconocido”, pensé. Acabé, solitariamente, musitándo el final del poema mientras el resto de los pasajeros del metro me miraban absortos. Obvié su presencia como si se tratara de extranjeros.

martes, 20 de mayo de 2008

La fiebre

Según Juan José Millás la fiebre es una suerte de estado onírico donde la realidad puede variar enormemente y todas las fantasías involuntarias que uno posea encuentran cabida gracias a esta enfermedad.
No había reparado en ello, ha tenido que ser un buen autor quien me abriera esa compuerta y me hiciera pensar. (Algo que sólo los buenos escritores pueden hacer y no los narradores de historias best seller) Lo cual me me ha recordado cuan olvidada tengo la lectura, la buena de verdad, la de enjundia, y cuan olvidada la literatura. A la cual dediqué cinco años de mi vida para dejarla olvidada en un cajón de la mesilla y cambiarla por entero en la escena.
Para los que no me conozcan, soy actriz. Para los que me conocen ya saben de que pie cojeo...Mientras estudiaba filología hacía lo posible por enlazar mis tiempos con el teatro. Cuando estudiaba teatro, simplemente hacía lo posible. Y ahora, una vez acabadas ambas carreras, en la fiebre, el calor y la alucinación de la actriz sólo busco un recoveco para encontrarme con la filóloga y escribir pausadamente. Porque la fiebre, como la droga, el malestar o la alucinación te hacen hablar más despacio, reaccionar dos segundos después y dejar flotar , fluir en tu respiración una forma de realidad onírica, distinta y caprichosa, donde además, según el recetario de las madres, puedes llegar a crecer hasta dos centímetros.
Me conformo con uno y medio.

jueves, 24 de enero de 2008

Luna, lunera


¿Por qué la luna llena afecta a todo el mundo? No me digan que no. No quiero decir que les salga pelo por la espalda (habrá a quien le ocurra) pero no me negaran que se vierte en el ambiente un caldo especial, más edulcorado de lo normal. Un no sé qué que qué se yo con devastadoras consecuencias... A mí me ocurre, hablando en plata. La locura viene a mí, no ahúyo a la luna por que no viene a colación, pero casi. Y así como los otros se pierden en tareas diversas, como ligar con personas extrañas, pedir explicaciones incongruentes, comprarse las rebajas enteras. Yo deposito entre lágrimas e improperios todas las miserias que se albergan en lugares recónditos de mi alma. Eso sí, me quedo nueva, como la luna oronda y fría.

martes, 8 de enero de 2008

TOCAR FONDO


Para mis dos únicos y fieles lectores:

¿Cómo saber cuándo se ha tocado fondo irremediablemente? Es sencillo. Lo sabes cuando un día entre semana y no festivo, te levantas con el pijama y el pelo sucio más allá de las 12. Toses. La enfermedad te distancia del suicidio porque no te deja pensar cómo llevarlo a la práctica. Toses todavía más fuerte.
Te miras a los pies y observas con estupor que llevas las zapatillas de ir por casa, una de cada manera y encima, ambas, son del mismo pié. No sabes de cual, no importa. Sus respectivas parejas son despedazadas por los jugos gástricos de uno de los siete estómagos del sofá. Tampoco tienes fuerzas para removerlo y comprobarlo. Así que las dejas perecer y te resignas a desplazarte como si tuvieras los pies planos. Toses desesperadamente.
Salir de casa te aterra; si no lo haces la tos no acabará contigo, pero sí la inanición. Deambulas por la casa como un fantasma patizambo pensando qué hacer, qué hacer. Dejas de pensar cuando notas que los las ruines zapatillas se te pegan al suelo. Sí, la casa también está en las últimas.
Es entonces cuando te tiras de los pelos. Quieres gritar. Estás a punto de hacerlo... Y por supuesto, toses.
No te queda más remedio que empezar limpiando la casa. Luego te duchas, compras comida. Y te gastas el sueldo en un humificador. Para ver, si ¡por Dios!, dejas de toser.