domingo, 2 de diciembre de 2007

Invierno, bendito tesoro


Llega el invierno. ¿No es maravilloso? Tazas de té en una casa cualquiera al abrigo de una manta y una película de vídeo.
Llega el momento de recogerse, pero de hacerlo con gusto. Y disfrutar ese bien preciado llamado calefacción central. Todo de puertas para adentro. Y experimentar una felicidad enorme al volver como un retoño al hogar.
Llega el invierno y hay que comprar lotería con los del curro; no porque crea en la suerte, sino porque crees en la envidia (de que les toque a ellos y a ti no). Y hay que abrigarse, eso significa no dejarse engañar por los guiris con sus tirantes, ni por las púberes niñas adolescentes vestidas en tiendas baratas de tejidos dudosos. Saquemos las bufandas del armario y abanderemos las calles de la ciudad con gargantas fértiles. Hagámoslo antes de que llegue el verano. Por si acaso. Y llamemos al amor en el interior de nuestras casas, donde encontremos un recoveco humano, un abrazo que nos sirva de cobijo.